“That is what we too, in the Church, are constantly called to do: to listen, to get involved and be neighbors, sharing in people’s joys and struggles, so that the Gospel can spread every more consistently and fruitfully: radiating goodness through the transparency of our lives.” These are words spoken in a homily given by Pope Francis at World Youth Day in 2016.
Within the parish boundaries of Our Lady of Providence Parish, our youth can easily be lured to the temptations of this world that bring about temporary happiness to deal with their pain. It is a challenging society to live in, and when nothing is available, it is easy to fall into a life that brings about false security.
When no money is available, the lure of entering into a life of selling drugs and crime seems like a tempting option. When the lack of love exists within the family unit, it is easy to turn towards gangs to feel a false sense of acceptance, which is based solely on conditions. When loneliness and despair start to take over, it is easy to turn to bodily pleasures that simply numb and begin to mask the pain.
I have found that young people very rarely hear the words, “how are you doing?” Our mission is to ask this question so that we might come to know how to serve their needs, so they might come to know they are cared for. Our parish exists to provide a safe space without worrying about being “pressed” by gangs or having to resort to harmful coping mechanisms. Through the community gym and in partnership with local organizations, we provide space and programming where young people can develop in four areas consisting of the intellect, human, athletic, and spiritual/service aspects of the person.
Información
"Eso es lo que también nosotros, en la Iglesia, estamos llamados a hacer constantemente: escuchar, involucrarnos y ser vecinos, compartiendo las alegrías y luchas de las personas, para que el Evangelio se difunda de manera cada vez más consistente y fructífera: irradiando bondad a través de la transparencia de nuestras vidas". Estas son palabras pronunciadas en una homilía dada por el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en 2016.
Dentro de los límites parroquiales de la Parroquia de Nuestra Señora de la Providencia, nuestros jóvenes pueden ser fácilmente atraídos por las tentaciones de este mundo que brindan una felicidad temporal para lidiar con su dolor. Es una sociedad desafiante para vivir y cuando no hay nada, a menudo es fácil caer en una vida que proporciona una seguridad falsa.
Cuando no hay dinero disponible, la atracción de entrar en una vida de venta de drogas y crimen parece una opción tentadora. Cuando la falta de amor existe dentro de la unidad familiar, es fácil recurrir a las pandillas para sentir un falso sentido de aceptación basado únicamente en condiciones. Cuando la soledad y la desesperación comienzan a apoderarse, es fácil recurrir a los placeres corporales que simplemente adormecen y comienzan a cicatrizar el dolor.
He descubierto que los jóvenes rara vez escuchan las palabras "¿cómo estás?" Nuestra misión es hacer esta pregunta para que podamos conocer cómo servir a sus necesidades, para que puedan llegar a saber que son cuidados. Nuestra parroquia existe para proporcionar un espacio seguro sin preocuparse por ser "presionados" por pandillas o tener que recurrir a mecanismos perjudiciales de afrontamiento. A través del gimnasio comunitario y en colaboración con organizaciones locales, brindamos espacio y programación donde los jóvenes pueden desarrollarse en cuatro áreas que consisten en los aspectos intelectual, humano, atlético y espiritual/servicio de la persona.